domingo, 1 de marzo de 2015

Enfoques en intervención logopédica

A continuación, resumiré varios aspectos relacionados con la intervención logopédica en los trastornos de la adquisición del lenguaje los cuales son tratados por A.Ygual y J.F Cervera en la revista Neurol.
Esta primera entrada va dedicada a la revisión de los diferentes enfoques para la intervención logopédica que hacen estos autores. Así pues, por un lado, destacan el Enfoque Comunicativo y por otro el Enfoque Naturalista.

EL ENFOQUE COMUNICATIVO
Respecto al primero, durante la década de los 80 y principios de los 90 la investigación psicolingüística puso de relieve un factor importante en los mecanismos de adquisición del lenguaje: la comunicación como motor de la adquisición. De estos factores podemos resumir los siguientes razonamientos:
 “El niño adquiere el lenguaje en entornos de comunicación. La comunicación es el entorno donde el niño realiza sus adquisiciones. No es posible ‘enseñar’ el lenguaje, sólo es posible favorecer entornos donde los niños puedan superar sus dificultades de comunicación. Todo lo que un niño ha aprendido sobre el lenguaje lo ha hecho a través de una situación en la que se ha tenido que comunicar.
Además, el niño muestra un papel activo en sus procesos de adquisición. Probablemente como fruto del desarrollo cognitivo y social, elige cómo, cuándo y sobre qué se comunica.
Ambos aspectos –el papel activo del niño y los entornos comunicativos– es lo que Monfort y Juárez denominan ‘núcleo duro’ de la adquisición.”

EL ENFOQUE NATURALISTA.
La intervención naturalista tiene como objeto principal conseguir que los padres y educadores se comuniquen mejor con los niños con trastornos del lenguaje. Aunque no rechaza otros enfoques más reeducadores o ‘clínicos’, se despliega en contextos cotidianos –hogar y escuela– y dispone de agentes como los logopedas, padres y educadores.

Se basa en un conjunto de estrategias para conseguir que los adultos ajusten su lenguaje al nivel comunicativo del niño, consiguiendo un sistema de ‘andamiaje’ suficientemente potente para que el niño se comunique óptimamente con su entorno y potencie su zona de desarrollo proximal lingüístico-comunicativo. Las estrategias van dirigidas a la creación de hábitos interactivos, a la adecuación al entorno y a la optimización de la calidad de la interacción comunicativa y lingüística por parte del adulto y del niño. Desde el punto de vista lingüístico se trata de conseguir lo que Rondal denomina ‘desnivel formal óptimo’: que el lenguaje del adulto se adapte al nivel de competencia comunicativa y lingüística del niño, situándose ligeramente por encima de su capacidad expresiva y muy cerca de su capacidad comprensiva.

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