A
continuación, resumiré varios aspectos relacionados con la intervención
logopédica en los trastornos de la adquisición del lenguaje los cuales son
tratados por A.Ygual y J.F Cervera en la revista Neurol.
Esta
primera entrada va dedicada a la revisión de los diferentes enfoques para la
intervención logopédica que hacen estos autores. Así pues, por un lado,
destacan el Enfoque Comunicativo y por otro el Enfoque Naturalista.
EL
ENFOQUE COMUNICATIVO
Respecto
al primero, durante la década de los 80 y principios de los 90 la investigación
psicolingüística puso de relieve un factor importante en los mecanismos de
adquisición del lenguaje: la comunicación como motor de la adquisición. De
estos factores podemos resumir los siguientes razonamientos:
“El niño adquiere el lenguaje en entornos de
comunicación. La comunicación es el entorno donde el niño realiza sus
adquisiciones. No es posible ‘enseñar’ el lenguaje, sólo es posible favorecer entornos
donde los niños puedan superar sus dificultades de comunicación. Todo lo que un
niño ha aprendido sobre el lenguaje lo ha hecho a través de una situación en la
que se ha tenido que comunicar.
Además,
el niño muestra un papel activo en sus procesos de adquisición. Probablemente
como fruto del desarrollo cognitivo y social, elige cómo, cuándo y sobre qué se
comunica.
Ambos
aspectos –el papel activo del niño y los entornos comunicativos– es lo que
Monfort y Juárez denominan ‘núcleo duro’ de la adquisición.”
EL
ENFOQUE NATURALISTA.
La
intervención naturalista tiene como objeto principal conseguir que los padres y
educadores se comuniquen mejor con los niños con trastornos del lenguaje. Aunque
no rechaza otros enfoques más reeducadores o ‘clínicos’, se despliega en
contextos cotidianos –hogar y escuela– y dispone de agentes como los logopedas,
padres y educadores.
Se
basa en un conjunto de estrategias para conseguir que los adultos ajusten su
lenguaje al nivel comunicativo del niño, consiguiendo un sistema de ‘andamiaje’
suficientemente potente para que el niño se comunique óptimamente con su
entorno y potencie su zona de desarrollo proximal lingüístico-comunicativo. Las
estrategias van dirigidas a la creación de hábitos interactivos, a la adecuación
al entorno y a la optimización de la calidad de la interacción comunicativa y
lingüística por parte del adulto y del niño. Desde el punto de vista lingüístico
se trata de conseguir lo que Rondal denomina ‘desnivel formal óptimo’: que el
lenguaje del adulto se adapte al nivel de competencia comunicativa y lingüística
del niño, situándose ligeramente por encima de su capacidad expresiva y muy
cerca de su capacidad comprensiva.
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