lunes, 16 de febrero de 2015

Intervención logopédica en la Disartria

El artículo “Intervención logopédica en la Disartria “escrito por N. Melle Hernández en la Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología (AELFA, 2007) nos describe los aspectos relevantes de la intervención en la patología disártrica entre los que podemos destacar  las siguientes líneas de intervención:

- Reducción de las deficiencias estructural-corporales, en donde existen varias opiniones, como la división en subsistemas planificación. Así pues, por ejemplo la respiración y la resonancia son dos subsistemas de primer orden que deben ser rehabilitados hasta alcanzar su máximo potencial.
Otra perspectiva es la de Duffy (1995) que propone un acercamiento dinámico a la planificación argumentando que deben ser tratados primero las deficiencias en las que se obtendrían mayores beneficios de la forma más rápida posible o aquellas que proporcionarían mayor posibilidad de mejora de otras deficiencias. Por ejemplo, la mejora de la resonancia puede producir una mejora rápida en la articulación y en la inteligibilidad.

- Reducción de las deficiencias funcionales. En cuanto a las actuaciones cuyo principal objetivo es la reducción de las deficiencias funcionales, como son la pérdida de inteligibilidad, las dificultades prosódicas y la alteración en la tasa de habla.

- Reducción de las limitaciones en la actividad. Cuando el objetivo es reducir las limitaciones de la actividad comunicativa a través del habla en los distintos contextos físicos y sociales en los que participa la persona con disartria. Así pues, según el artículo es importante hacer hincapié en la forma en la cual interactúan los interlocutores. En este sentido, y dado que se intenta incidir en la mejora de la actividad comunicativa desarrollada por dos personas, las técnicas de intervención aplicables provienen de los métodos pragmáticos e instrumentales (tabla 3). Los pragmáticos, por tanto, trabajan estrategias orientadas tanto al hablante y al interlocutor como al manejo del contexto, y los instrumentales promueven la participación recurriendo a otros sistemas de comunicación alternativos o aumentativos al sistema verbal.

Por último, y la línea de intervención que me ha resultado más innovadora, es la siguiente:

- Reducción de las restricciones en la participación. Así pues, la actuación sobre las restricciones en la participación de la persona con disartria supone dar un paso más en la perspectiva desde la cual analiza el caso concreto. Hustad (1999) identifica cuatro tipos de barreras sociales que pueden limitar la participación: políticas, prácticas, actitudinales y del conocimiento.

– Las barreras políticas hacen referencia a todas aquellas cuestiones relacionadas con las legislaciones vigentes en distintas materias (educativas, laborales, sanitarias, sociales, etc.).

– Las barreras prácticas son aquellas que reflejan la inflexibilidad de determinados procedimientos (no modificar el puesto laboral, no variar el sistema de enseñanza, servicios al ciudadano de acceso exclusivamente telefónico, etc.).

– Las barreas actitudinales son las reacciones de los demás que pueden llegar a impedir que la persona con disartria participe en distintos contextos excluyéndola de los mismos (evitar que desempeñe un trabajo de atención directa al público, no permitirle exponer un trabajo en el aula, no permitir el uso de un sistema de comunicación aumentativo o alternativo, etc.).

– Las barreras del conocimiento son aquellas dificultades que surgen por desconocimiento de las características de la patología y del estado global de la persona con disartria (desconocer que la comprensión verbal de la persona no está relacionada, en estos casos, con la dificultad motora expresiva).